“Por su naturaleza formal, es un idioma
universal, que establece contacto con cualquier espectador sin conocer su
lengua.”
Desde el principio de las comunicaciones graficas hasta hoy,
desde el comienzo de los avances técnicos, hasta hoy, el dibujo ha sido, es y será,
la herramienta más importante de los artistas, los diseñadores, los
investigadores y todo aquel que quiera ordenar sus ideas, para comenzar la
construcción de sus proyectos.
Dibujar es delinear, ordenar, “bocetar”
una idea, para visualizarla. La esencia de dibujar y el dibujo mismo, no han
cambiado desde que se comenzó a jugar con gestos caligráficos en el aire y en
los muros, las arenas o el papel. Siempre ha sido y será la forma de expresarse
más efectiva e inmediata, por la simplicidad de su lenguaje de puntos, líneas
cortas, largas, gruesas, delgadas, ondulantes o zigzagueantes, luces y sombras
con las cuales se pasa del boceto a la construcción de una estructura, una
forma, o una obra de arte.
Dibujar nos lleva a conocer en
detalle el mundo o la cosa dibujada, porque solo en la medida que aprehendemos
como es podemos representarla. Además el manejo del dibujo, como lenguaje,
permite concretar ideas técnicas y conceptuales como en la geometría, la
ingeniería, la astronomía, el diseño. Y, la fantasía no encuentra límites, en
la recreación histórica, mitología, e ilustración cuando se cuanta con las
herramientas que ofrece el dibujo.
En ese poder
sustancial del dibujo, anclado en su riqueza expresiva y conceptual se
fundamenta la formación de todos los profesionales relacionados con el diseño,
y de artistas a tal punto que el dibujante es un profesional a la altura de un
músico, pintor o escultor.
Esta práctica
del dibujo se realiza de dos formas: representando el mundo externo y
exteriorizando la imaginación.
La técnica y la formación del
dibujante
A pesar de ser
el dibujo una acción casi instintiva, requiere esfuerzo y disciplina para
educar la mano, el ojo y el cerebro, y es absolutamente necesario aprehenderlo,
enriquecerlo y dominarlo, porque no es posible para ningún estudioso de
cualquiera de las áreas del arte y del diseño, desconocerlo.
Lograr una
caligrafía personal obliga mantener activas las prácticas manuales,
imaginativas y visuales hasta convertir su trazo claro y personal de
comunicación gráfica, en su primer lenguaje.
Rembrandt
autoretrato. Plumilla Honore Daunier : Abogado y
cliente, lápiz
El “boceto” es fundamental, aun
para los diseñadores que manejan y promueven los avances tecnológicos, ellos
realizan “apuntes” para verificar la utilidad. Esto demuestra ser una actividad
sobreviviente ante las nuevas herramientas digitales.
Hoy es inevitable ser parte de la tecnología.
Pasos sucesivos de lenta escalada se dieron hasta llegar hoy al Internet. Esa
avasalladora tecnología que pretende “fabricar” diseñadores, está minimizando
nuevamente la visión de la importancia del dibujo y con él la perdida de
originalidad y la falta de capacidad para desarrollar y profundizar las ideas
“creativas”, se limita a intercambiar o adaptándose a lo que encuentra en
“bibliotecas” que les “facilita” su trabajo convirtiéndose en repetidores, y en
el mejor de los casos “rediseñadores”, por la falta de imaginación que nace,
crece y se multiplica con el ejercicio del dibujo.
Santiago Ibáñez: El regreso de los chamanes. Carbón
sobre papel
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